Thursday, May 2, 2013

LA NUEVA FAMILIA QUE JESÚS VINO A CREAR, por Martín Gelabert, O.P.


Además de las situaciones familiares, de las que he hablado en un post anterior, hay otro tipo de realidades familiares, de las que hoy se habla menos entre los cristianos. El Papa Benedicto XVI se ha referido en distintas ocasiones a la “nueva familia” que Jesús vino a crear. Nueva sí, porque el matrimonio de un varón y una mujer no era en tiempos de Jesús una realidad nueva; este tipo de matrimonio aparece prácticamente desde que existen seres humanos y siempre ha sido considerado por la Iglesia como una realidad natural, querida y bendecida por Dios. Pero con Jesús aparece un tipo “nuevo” de familia, porque rompe con los cánones de esa familia fundada en la carne y en la sangre.

La familia que Jesús busca, por encima de cualquier otra consideración, es la que se fundamenta en la fe y en el amor. “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”, pregunta un día provocativamente Jesús, precisamente delante de su familia de la carne. Y señalando a otros distintos de esa familia de la carne, señalando a aquellos que estaban escuchando su palabra, Jesús dice: “esos son mi madre y mis hermanos, lo que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

Toda persona está invitada a formar parte de esta nueva familia de Jesús. A lo largo de la historia, algunos varones y algunas mujeres han querido imitar más de cerca ese nuevo tipo de familia de Jesús, esa fraternidad no fundamentada en la carne, sino en el amor, y se han creado así familias de varones y de mujeres célibes, que querían con este signo del celibato “repetir” en sus vidas el celibato de Jesús, mostrando así cuál es la nueva familia que quiere Jesús.

Es una pena que cuando se habla de familia en la Iglesia, en los tiempos actuales, parece que sólo se piensa en un posible tipo de familia.

Fuente: http://movil.dominicos.org

PADRE CON ENTRAÑAS MATERNALES, por Martín Gelabert, O.P.



Resulta muy llamativo eso que dice el Credo de la fe cristiana, tal como fue formulado en el siglo IV: “Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos… Engendrado, no creado”. 

Más aún: hay un Concilio de la antigüedad (el Concilio de Toledo, año 675) que afirma que “el Hijo fue engendrado y nació del seno del Padre”. O sea, Dios Padre tiene un Hijo, que nace de su seno, porque él lo ha engendrado. Nosotros no solemos decir que el padre engendra y mucho menos que tiene un seno. La que engendra, la que da a luz, la que porta al niño en su seno, es la madre, aunque evidentemente el padre interviene en el engendramiento.

En todo caso, entrar en estas cuestiones de tipo sexual para ver hasta qué punto pueden aplicarse a Dios me parece una equivocación. Porque Dios está más allá de las distinciones sexuales. En todo caso, una buena analogía para entender la “generación” en Dios sería la de la mente humana que engendra la palabra.

Ahora bien, el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. De ahí se deduce que, en cierto modo, Dios es semejante al ser humano. Y por tanto, tiene que integrar en su realidad divina lo que en nuestro campo se llama masculino y femenino. De hecho, en la Sagrada Escritura, se atribuyen a Dios cualidades tanto masculinas como femeninas.

El Antiguo Testamento presenta varias veces el amor de Dios a su pueblo bajo la figura de madre. El profeta Isaías (49,14-15) compara a Dios con una mujer que no olvida al hijo de sus entrañas. En Is 66,13 se dice que Yahvé consuela como una madre; en el Salmo 131 se compara a Dios con el regazo de una madre; y en otros textos el amor de Dios es comparado al amor de una madre que lleva a su pueblo en su propio seno, dándolo a luz en el dolor, nutriéndolo y consolándolo (Is 42,14; 46,3-4).

En la conocida como parábola del hijo pródigo, la reacción del padre ante el hijo que vuelve evoca las entrañas maternales: “todavía estaba lejos cuando el padre lo vio y, conmovido en sus entrañas, corrió a su encuentro y se lanzó a su cuello, cubriéndolo de besos” (Lc 15,20). Los rasgos son aquí más maternales que paternales. Se trata de un padre con sentimientos y entrañas maternas.

Para caracterizar quién es el Padre del cielo no bastan las características del padre terreno; hay que añadir además las perfecciones de la madre. Solamente asumiendo las dos figuras de padre-madre expresamos lo que creemos en la fe: hay un misterio último, acogedor, fuente y principio de todo, que nos invita a la comunión, del que todo viene y hacia el que todo va: el padre y madre celestial.

Fuente: http://movil.dominicos.org

FAMILIA, SITUACIÓN RELIGIOSA AMPLIA, por Martín Gelabert, O.P.


Hay todo tipo de situaciones familiares. Unas más aceptadas social y religiosamente y otras religiosamente menos aceptadas. Pero incluso entre las personas cuya situación no plantea problemas a la doctrina católica, no todas viven su matrimonio de forma “ideal”.

En nuestra nación [España] existen centros de ayuda a personas con situaciones familiares difíciles atendidos por instituciones religiosas. Otras parejas, en situación canónica irregular, requieren un acompañamiento pastoral específico. En España hay algunas asociaciones católicas de divorciados vueltos a casar.

Por otra parte, el concepto cristiano y católico de familia monógama, no es compartido por todas las religiones. El Islam acepta la poligamia. Más aún, el Antiguo Testamento, sin que aparezca una palabra de reproche o condena, cuenta que Abraham tuvo dos esposas, Jacob tuvo cuatro y David 99. Aunque a muchos les resulte sorprendente vale la pena escuchar las razones que algunos dan para justificar la poligamia (esterilidad, enfermedades que impiden tener relaciones sexuales, varones con altos niveles de testosterona).

Es bien sabido que la Iglesia católica no acepta el divorcio. El matrimonio es indisoluble, monógamo y para toda la vida. Otra cosa es la nulidad matrimonial, que hay que distinguir claramente del divorcio civil. Nulidad es la declaración de que nunca ha habido matrimonio.

La Iglesia ortodoxa procede de otra manera, pues acepta un segundo e incluso un tercer matrimonio, cuando el primero se quiebra. La Iglesia ortodoxa acepta que tras el divorcio (reconoce, pues, que hubo matrimonio, pero que este se ha quebrado, se ha roto) se pueda contraer un segundo matrimonio mediante el sacramento de la Iglesia. En estos casos, la celebración no tiene el honor y la dignidad del primer matrimonio y algunas oraciones tienen un tono de perdón.

Dentro de la comunidad católica, hoy existen otro tipo de situaciones familiares que van más allá del conjunto mujer, varón e hijos de esta pareja. Es el caso de un varón o una mujer solteros con hijos o hijas adoptados. Estamos ante una realidad nueva, que no plantea problemas desde el punto de vista de la fe, y que requiere una atención pastoral personalizada.

Estos ejemplos, no exhaustivos, de diferentes situaciones familiares, religiosamente hablando, tienen distintas valoraciones. Ahora bien, no compartir determinadas posturas no tiene que ser obstáculo para apoyarlas en lo bueno que tienen y respetarlas en aquellos aspectos, más o menos discutibles, que no compartimos.

Fuente: http://movil.dominicos.org