Monday, December 23, 2013

Carta del Papa a joven madrileña

Alfa y Omega (Arzobispado de Madrid, España) ha publicado la carta que ha enviado el Papa Francisco a una joven madrileña, enferma de cáncer de huesos.

El intercambio epistolar publicado en Alfa y Omega dice así:

Cristina afrontó, este martes, su 15ª sesión de quimioterapia con fuerzas renovadas, gracias a la carta del Papa Francisco que acababa de recibir. Ella le había escrito unas semanas antes, hablándole de su enfermedad y su próxima Confirmación. 

El Santo Padre reconoce que «me hizo mucho bien» su fortaleza. Al acercarse la Navidad, le desea que viva estos días «muy unida a san José y a Nuestra Señora. Prepárate a recibir a Jesús con el mismo amor» que ellos.

Queridísimo Papa Francisco:

Me llamo Cristina Sesé de Lucio, tengo 17 años y le escribo desde Madrid (España). Vivo con mis padres, María Jesús y Ernesto, y con mis hermanas Begoña, de 21 años, e Irene de 13 años. Estoy estudiando 2º de Bachillerato en el Colegio Sagrada Familia.

Mi vida ha sido como la de cualquier chica de mi edad hasta el pasado mes de abril, cuando, el día 4, me diagnosticaron sarcoma de Ewing, cáncer de hueso. Lo tenía localizado en la zona central del fémur derecho, en unos 10 cm. Tras los primeros momentos de preocupación, toda la familia decidimos ponernos en manos de Dios y de los médicos.

Para quitar el hueso cancerado me operaron el día 8 de agosto, sustituyéndolo por una prótesis. Actualmente, camino con muletas y me encuentro mucho mejor. Saco fuerzas para seguir adelante. Me volverán a operar para quitarme la prótesis y hacerme un injerto de hueso para volver a tener una cierta normalidad.

El principio no fue fácil, pero siempre he recibido el apoyo de Jesús que lo siento en mi vida. Enseguida se hizo una cadena de oración por mí y por mi familia, que nos ha reconfortado siempre.

Este cáncer me ha limitado físicamente, por lo que ahora necesito ayuda constante, pero no he dejado de rezar, ni de estudiar, ni de hacer mi vida normal, sobre todo gracias al esfuerzo de toda mi familia tan cristiana.

También ha sido fundamental en estos meses mi grupo cristiano que me han ayudado a confiar todavía más en el Señor, y me repito muchas veces al día: «Cuando Dios quiera, como Dios quiera, donde Dios quiera».

Él permite la enfermedad, y por tanto la mía, pero también da la cura, y, pese a todo, yo no puedo dejar de sentirme afortunada. Ofrezco mi enfermedad al Señor y pongo mi sufrimiento ante la cruz.

Le siento en mí y sé que me busca en cada esfuerzo que tengo que hacer cada día. En cada gesto de mi familia, de mis amigas, de mis profesores, el Señor me pone la mano para que no caiga y para que algún día pueda decir que todo me ha servido para ser más fuerte y ser testimonio para anunciar a Jesús a los demás.

Y me gustaría en un futuro poder ser de ayuda a personas que pasen por situaciones parecidas a la mía.

El próximo día 30 de noviembre, recibiré el sacramento de la Confirmación junto a otros 18 compañeros de mi edad. Pido al Señor con todas mis fuerzas, aunque esté débil por mi enfermedad, que el Espíritu Santo me ilumine para ser testigo de la fe y reflejar a Jesús a lo largo de mi vida.

Desde la humildad, le pido, Santidad, su Bendición para este grupo de jóvenes cristianos ilusionados ante tan importante paso hacia Dios. Muchas gracias por su vida, Papa Francisco. Como nos ha enseñado: Yo rezo por Su Santidad y, por favor, rece también usted por mí.

Cristina

Vaticano, 3 de diciembre de 2013.

Apreciada Cristina:

Me ha alegrado mucho recibir tu carta del pasado 20 de noviembre. Que el Señor te retribuya la delicadeza. Me hizo mucho bien percibir la fortaleza con la que estás afrontando este período de tu vida, ciertamente especial: son momentos difíciles.

Por favor, no te vengas abajo. La enfermedad, si la miramos con espíritu de fe, es una escuela. En ella aprendes a conocer en profundidad el Corazón de Dios, que rebosa ternura. Aprendes a conocer a los demás, pues cuando el viento sopla a favor, todo son risas y parabienes. Es en medio del dolor cuando se descubre dónde están los auténticos amigos y las personas que te quieren de verdad.

Y, por último, aunque no menos importante, en la enfermedad uno aprende a conocerse mejor a sí mismo y te das cuenta de que el Señor no te deja de su mano, antes bien te da una serie de recursos interiores para encarar la adversidad, que incluso uno mismo llega a maravillarse.

Si a todo esto, como me dices en tu escrito, añades que hace pocos días que has recibido la luz del Espíritu Santo en el sacramento de la Confirmación, pues mejor que mejor. Que este don de Dios te ayude a ser mejor cristiana y una mujer cada día más valiente, que mire la vida sin complejos. Sabes bien que Dios nunca te va a fallar.

Te aseguro que cuentas con mi cercanía y oración. Pediré por ti y le diré al Señor que te siga ayudando y aumente ese entusiasmo y confianza que respira tu carta. Por tu parte, no te olvides de rezar por mí: sola, pero también con tu familia y, cómo no, con los amigos que has conocido en la parroquia de Santa Ana y La Esperanza y en el Colegio Sagrada Familia. No os dejéis robar la alegría.

Saluda de mi parte a los médicos que te cuidan. No dudo que pondrán lo mejor de sí mismos a tu servicio. Un saludo también a tus padres, María Jesús y Ernesto, a tus hermanas, Begoña e Irene, a tus profesores y a tu párroco, el padre Ángel.

Al acercarse la Navidad, te deseo que sean unos días muy llenos de la gracia y el gozo de Dios, y que los vivas muy unida a san José y a Nuestra Señora. Prepárate a recibir a Jesús con el mismo amor con que ellos lo hicieron.

Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Y, por favor, te pido que reces por mí. Afectuosamente,

Francisco

El testamento de la abuela del Papa Francisco y otras 50 anécdotas desconocidas de la vida del Papa

"Mi abuela Rosa fue muy importante para mí. En mi breviario llevo su testamento y lo leo con frecuencia: para mí es como una oración", contó el Papa en la entrevista que dio al director de la revista jesuita Civiltà Cattolica, padre Antonio Spadaro. "Ella fue una santa que sufrió mucho, incluso moralmente, y siempre fue hacia adelante con coraje".

El libro I fioretti di papa Francesco (Las florecillas del papa Francisco, un título que evoca al Santo de Asís del cual el Papa tomó el nombre), del vaticanista Andrea Tornielli, periodista del diario italiano La Stampa, reproduce una parte de ese testamento de la abuela Rosa:

"Que mis nietos, a quienes he dado lo mejor de mí misma, tengan una vida larga y feliz. Pero si un día el dolor, la enfermedad o la pérdida de una persona querida debieran llenarlos de aflicción, que no olviden nunca que un suspiro hacia el Tabernáculo, donde está guardado el más grande y más venerable de los mártires, y una mirada hacia María al pie de la cruz pueden hacer caer una gota de bálsamo sobre las heridas más profundas y más dolorosas".


En la foto que acompaña esta nota se ve a la familia Bergoglio en pleno. De izquierda a derecha y de abajo hacia arriba: la hermana de Jorge Bergoglio, María Helena, su madre, Regina Sívori, su hermano Alberto, Jorge, el futuro Papa, su hermano Oscar, su hermana Marta, su cuñado Enrique Narvaja. Sentados: su abuelo Juan Bergoglio, su abuela Rosa y su padre Mario.

La abuela Rosa es también la que le decía a su nieto y futuro Papa una frase que éste hizo famosa en el mundo, cuando tronando contra la idolatría del dinero, afirmó: "La mortaja no tiene bolsillo".

El papel de los abuelos

Desde que fue electo, el Papa no se cansa de reivindicar el lugar de los viejos en la sociedad y en la familia, haciendo referencia en especial, a partir de su propia experiencia, al papel de las abuelas en la transmisión de la fe. "Sí, los abuelos son un tesoro. Cuando papá y mamá no estaban en casa, e incluso tenían ideas extrañas, que la política de aquel tiempo enseñaba, fueron las abuelas las que transmitían la fe", dijo en una homilía el 19 de noviembre pasado.

La fe se vivía de una forma simple y concreto

Y en un encuentro en el cual varios jóvenes le hicieron preguntas, el Papa ya había evocado a su abuela: "He tenido la gracia de crecer en una familia en la cual la fe se vivía en un modo simple y concreto, contó el Papa. Fue sobre todo mi abuela quien me marcó el camino de la fe. El Viernes Santo nos llevaba a la procesión de las velas y frente al Cristo yacente la ´Nona´ nos hacía arrodillar y nos decía: ´Ojo, ha muerto, pero mañana resucita´. ¡He recibido el primer anuncio de esta gran noticia en casa, con mi familia! Esto me hace pensar en el trabajo de tantas madres y abuelas en la transmisión de la fe. La fe no se encuentra en lo abstracto, es una persona que te lo dice, una persona la que te anuncia la fe".

Este testamento de la abuela Rosa ayuda en mucho a entender la personalidad el Papa. Pero el libro de Tornielli incluye otras anécdotas de la vida del Papa. A continuación, algunas de ellas.

"Estoy vivo gracias a una monja que me curó en el hospital"

A los 21 años Jorge Bergoglio padeció una grave enfermedad y ese recuerdo le sirve hoy para explicar a qué se refiere cuando pide salir hacia las fronteras: "Cuando tuve el problema en el pulmón en el hospital, el médico me dio penicilina y estreptomicina en cierta dosis. La hermana que estaba en la sala la triplicó porque tenía instinto, sabía qué hacer, porque estaba con los enfermos todo el día. El médico, que era realmente bueno, vivía en su laboratorio, la hermana vivía en la frontera y dialogaba con la frontera todos los días".

"Me gusta sentarme a la mesa de los pobres"

Otra anécdota que puede leerse en el libro de Tornielli es la de un padre de familia que vive en una villa miseria de Buenos Aires y que recibió al cardenal Bergoglio en su casa. "Se quedó a comer con nosotros. No habíamos preparado nada elaborado, solo un poco de sopa de fideos, nada más, Nunca olvidaré sus palabras. De pronto me miró a los ojos y me dijo: ´Me gusta sentarme a la mesa de los pobres, porque sirven la comida y comparten el corazón. A veces en cambio el que más tiene sólo comparte a comida..."

"Nos vemos en el Purgatorio"

En la tarde del sábado 7 de septiembre, el padre Renzo Zocca llegó al Vaticano para entregarle a Francisco un regalo especial: el sencillo Renault 4 blanco con el cual había recorrido las "periferias" sociales de Verona, donde había sido párroco durante 25 años. Pero no fue solo sino acompañado de 50 fieles de su parroquia que debieron esperarlo en los jardines del Vaticano. Cuando Bergoglio supo que estaban allí quiso saludarlos. "Se ve que no tienen los pasaportes en regla", dijo, bromeando sobre el hecho de que los habían dejado afuera. Después de darles la bendición, agregó: "hasta pronto, y no nos veremos más aquí, nos encontraremos todos en el Purgatorio".

El mensaje en una servilleta 

La llamada se produjo gracias a algunas palabras escritas en una servilleta. Una empleada del servicio de limpieza del aeropuerto de Buenos Aires supo por casualidad que el hombre que tenía enfrente iba a entrevistarse con el papa Francisco. Entonces tuvo la idea de escribirle un breve mensaje para contarle sobre su hijo, adicto a las drogas y desocupado, por el cual trabaja todo el día. Ese peculiar mensaje sobre una servilleta cruzó el océano y llegó a manos de Bergoglio que la llamó e incluso habló con el hijo. Les dijo que estaba cerca y que rezaba por ellos. Y, más tarde, contando esto a los sacerdotes de Roma, dijo, en referencia al ejemplo de la mujer: "¿Acaso esto no es santidad?"

La Virgen Desatanudos

Entre las devociones del Papa hay una poco conocida, que él mismo se encargó de difundir en la Argentina. Durante un viaje a Alemania, Jorge Bergoglio descubrió esta imagen originaria de Bavaria y del 1700, la "Virgen que desata los nudos", una obra del pintor alemán Schmidtner, conservada en una capilla de Augsburg. Es un cuadro en el cual María intenta desatar los nudo de una cinta que le alcanzan dos ángeles, los pequeños y grandes nudos de la vida de quien le pide ayuda. De regreso a la Argentina, el futuro Papa empezó a difundir esta devoción, que encontró un rápido e impresionante consenso entre los fieles. En sus cartas, el cardenal Bergoglio incluía siempre una estampita de esta Virgen.

"Que me maten a mí"

Cuando el padre Pepe, José María di Paoli, cura villero, fue seriamente amenazado por su trabajo para alejar de las drogas a los chicos del barrio, el cardenal Bergoglio denunció públicamente el hecho y dijo que había sido él quien había hablado contra el narcotráfico. Y al padre Pepe le dijo: "Prefiero que me maten a mí antes que a uno de ustedes".

Una anécdota a partir del propio libro

Para cerrar, una historia que el periodista Giacomo Galeazzi, un colega de Tornielli en La Stampa, escribió en su blog:

"Esta mañana iba en tren entre Roma y Ancona. Enfrente de mí se sienta una jovencita más o menos de la edad de mi hijo. Piercing en la nariz y cabello violeta punk. Durante el trayecto voy leyendo un libro sobre Bergoglio –I fioretti di papa Francesco, de Andrea Tornielli. La chica señala la tapa donde se ve una foto del Pontífice. Hasta ese momento ni me había dirigido la palabra. Pero a una hora y media de iniciado el viaje se vuelve hacia mí de modo inesperado y me dice: ´Me gusta este Papa porque se ve que cree en lo que dice´. Eso: me parece difícil encontrar una definición más apropiada y eficaz de este extraordinario pontificado. Y tanto más revelador me resulta el brillo que irradia su mirada mientras habla de Bergoglio".

Fuente: religionenlibertad.com